PODERES DE LA INTELIGENCIA ESPIRITUAL
La IES proporciona a la persona humana ciertos poderes que la impulsa a vivir una vida distinta a cualquier ser vivo de la creación. He aquí una relación de capacidades que posee el individuo en relación a la IES.
La IES proporciona a la persona humana ciertos poderes que la impulsa a vivir una vida distinta a cualquier ser vivo de la creación. He aquí una relación de capacidades que posee el individuo en relación a la IES.
Los poderes de la Inteligencia Espiritual
La IES proporciona a la persona humana ciertos poderes que la impulsa a vivir una vida distinta a cualquier ser vivo de la creación. He aquí una relación de capacidades que posee el individuo en relación a la IES.
1. La búsqueda de sentido a la vida
La IES promueve al ser humano para que se pregunte por el sentido de la existencia. La búsqueda de sentido es un fenómeno que emerge de lo más profundo de la persona y que es común a todos los seres humanos. La expresión del sentido de la vida tiene tres significados: la vida tiene lógica, la vida es un camino que tiene un principio y un final y el último es el valor que cada persona da a esta vida. Toda persona busca la felicidad, todo ello depende del cómo la busca y el modo en que la vive.
José Antonio Marina, en su Ética para náufragos, desarrolla la idea de las actitudes de la IES de esta manera: «La estructura del ser-en-el-mundo puede actualizarse en dos sentidos: el mundo llena la conciencia y la conciencia ilumina el mundo. El sentido del humor, la benevolencia, la ironía, la desconfianza, la crítica, la ciencia, pueden considerarse como actitud. Su carácter voluntario les proporciona una lucidez de la que pueden carecer los sentimientos[1].» Viktor Frankl, por su parte, propone tres caminos para encontrar el sentido a la vida: producir algo, vivenciar algo o amar a alguien, y afrontar un destino con una actitud de firmeza adecuada[2].
2. El hacerse preguntas
Otro poder que otorga la IES es la capacidad del individuo de hacerse preguntas, responderlas con holgura y adentrarse en los problemas.
«Una correcta educación debe velar por el óptimo desarrollo de todas sus dimensiones y por una adecuada estimulación de las distintas formas de inteligencias que hay en él[3].»
El educador debe despertar en el niño o joven las capacidades espirituales, y una de las formas es a través de la experiencia. Del tema de la experiencia se hablará más detenidamente en el capítulo cuarto.
3. El tomar distancia
La IES da el poder para concienciarnos de nuestra singularidad y vernos «como espectadores sin dejar de ser actores[4]», una condición imprescindible para descubrir y reconocer la libertad. La toma de distancia del hombre frente a las situaciones que se producen en el exterior ayuda a la creatividad individual. La capacidad de distanciamiento o de tomar distancia es una acción fácil de nombrar pero difícil de ejecutar en el individuo. Max Scheler dice que «la capacidad de separarse del conjunto y de verse a distancia es propia del ser humano[5]».
«Esta esfera de un Ser Absoluto pertenece a la esencia del hombre tan constitutivamente como la conciencia de si mismo y la conciencia del mundo. La conciencia del mundo, la conciencia de sí mismo y la conciencia de Dios forman una indestructible unidad estructural[6]» (Max Scheler)
El ser humano toma conciencia de que su ser no se agota en la naturaleza, adquiere lo que llamamos autoconsciencia[7]. Cuando toma conciencia es capaz de distinguir su vida interior de la vida corporal. La IES habilita al hombre al desapego. Y paradójicamente el único modo de comprender realmente algo es con la toma de distancia.
4. La autotrascendencia o interrelación
La IES permite abrirse a nuevas perspectivas, a preguntarse, a querer superarse a sí mismo, a peregrinar hacia lo que no se posee, en definitiva a entregarse a amar. La autotrascendencia, el ir más allá y cruzar fronteras es una habilidad de la IES. Todo ser humano aspira a superar un límite, indaga en terrenos desconocidos y quiere descubrir más y más. La autotrascendencia es la capacidad de expandir el yo más allá de los confines comunes de las experiencias vitales y cotidianas. Por tanto, el hombre es plenamente hombre cuando se trasciende a sí mismo de cara a algo o alguien que está en el mundo. Somos seres en el mundo cuando somos capaces de amar al otro. Aunque el ser humano siempre es camino, itinerario y transición hacia aquello que aún no es. El movimiento de trascender es un movimiento de superación, de innovación y de creatividad que explica el sentido de la especie humana.
5. El asombro
El asombro, la admiración y el pensamiento simbólico son poderes que proporciona la IES. Para darse cuenta de que uno existe no solo es necesario mirar, sino admirarse de vivir. La admiración es una experiencia mental y emocional, una sensación que afecta a lo corporal, pero que tiene su raíz en la IES. Una bella afirmación de Aristóteles decía: «Los hombres comienzan y comenzaron siempre a filosofar movidos por la admiración[8]». En el individuo la sorpresa tiene efectos en la dimensión emocional y somática, es una forma de pasión como el sobrecogimiento. Si alguien no es consciente de que esta existiendo pudiendo no haber existido, no puede tampoco sorprenderse ni alegrarse por el hecho de existir.
6. La introspección
La IES nos faculta para el autoconocimiento, es decir, el conocimiento de uno mismo. Solo quien se examina a fondo es capaz de reconocer sus debilidades y fortalezas para emprender una tarea con éxito. Esa capacidad pertenece a la inteligencia intrapersonal, pero no hay que confundir el trabajo con el yo personal y el conocimiento con la IES, pues para la IES es importante conocerse a uno mismo pero no solo se reduce a eso[9].
La IES posibilita a la persona humana en dos movimientos: el despertar y la apertura, con estos dos movimientos me doy cuenta de que no solo «soy» y no «solo vivo», sino que «sé de mi ser» y de «mi vida». El primer objetivo de la educación es el conocimiento de uno mismo[10], solo quien se conoce a sí mismo puede construir una vida de felicidad y a partir de ella abre la posibilidad de interrogarse por el universo extenso y por su sentido.
7. La experiencia ética
La IES capacita al hombre para valorar y emitir juicios de valor sobre decisiones, actos y omisiones, consiste en la facultad de valorar.
«Una de las noticias más alegres procedentes de los laboratorios del frente del cerebro es que los seres humanos somos honestos por naturaleza y que tendemos hacia la verdad. ¡De hecho, nuestros cerebros son mecanismos buscadores de la verdad![11]»
El ser humano tiene la capacidad de la experiencia ética, porque sabe tomar distancia y diferenciar entre lo bueno y lo malo y formular un juicio. La persona construye una pirámide de valores y objetivos que dan sentido a su vida: unos valores éticos, estéticos y religiosos que se iluminan a través de su inteligencia. El estilo de vida de cada individuo depende del orden de valores que posea. Por ese motivo la IES mueve esos valores por lugares inaccesibles y con la posibilidad de que el hombre pueda acabarse a sí mismo.
8. La experiencia estética
La IES nos ayuda a captar la belleza, el paisaje interior y exterior. El poder del gozo estético es otra de las características de la IES. La belleza no es un objeto sino una experiencia que acontece en el ser humano, y es la IES la que ayuda a esa experiencia; produce en el hombre un cambio en el estado de ánimo y lo transforma.
Tenemos como legado a San Francisco de Asís que nos dejó el Cántico de las Criaturas como magnífico ejemplo de la vivencia espiritual de la naturaleza y el arte[12]. La contemplación de la belleza de la creación desvela una paz interior, afina el sentido de la armonía y el deseo de una vida más alegre. La belleza despierta la vida espiritual y el cultivo de la dimensión espiritual.
9. La misteriosidad
El sentido del misterio pertenece a otro poder de la IES y se entiende que este misterio se encuentra presente en todas las realidades del universo[13].
10. La sapiencialidad
La búsqueda de una sabiduría pertenece a lo más básico de la persona humana, deseando una sabiduría vital para poder vivir una existencia feliz. Con la IES el hombre elabora una visión global del mundo, una cosmovisión. Faculta para la labor de síntesis entre todas las inteligencias y lograr la sabiduría deseada. La sabiduría se entiende no como un saber de algo, sino como lo esencial, sobre las causas y fines últimos de la realidad. En la antigüedad se entendía la sabiduría como la actitud de prudencia y moderación; más tarde se añadieron los conceptos de experiencia y madurez. Conseguir esta sabiduría como libertad en uno mismo se logra con la capacidad de distanciamiento, y es la IES la que ayuda a tomar distancia. La sabiduría no consiste solamente en saber, consiste en saber utilizar ese saber. Es el arte de vivir.
11. El sentido de unidad y comunión
El desarrollo de la IES habilita en el sentido de pertenencia al Todo, la persona es capaz de sentirse miembro del gran Todo, estrechamente unido a cualquier entidad física, biológica, vegetal o irracional. «Creer en Dios no es pensar a Dios sino sentir a Dios a partir de la totalidad del ser[14].»
«Uno se separa mentalmente de su mundo, del diminuto microcosmos en el que se cuece su vida y la de los suyos y, al hacerlo, toma consciencia del papel que juega en el Todo, de la armonía universal, de la correlación de fuerzas y de poderes que hacen posible el equilibrio del mundo[15].»
La IES genera la consciencia cósmica o relacional, que consiste en sentirse parte de una unidad con todos los seres humanos y no humanos. «El cultivo de la misma libera de la cárcel del ego, rompe las fronteras entre lo que soy y lo que me separa del mundo en un movimiento de perdón, de generosidad, de entrega, de desasimiento y amor[16].»
La fraternidad es un valor de la sociedad. Integrar el problema del otro y hacerlo mi problema es esencial, esto habilita a la apertura hacia el otro. Vivimos en una sociedad donde se han perdido los valores de la fraternidad, y prevalecen los de la competitividad. La educación necesita trabajar en la cooperación y solidaridad, para esa tarea habilita la IES.
12. La superación de la dualidad
Otro poder de la IES es la superación de la dualidad. Consiste en ver al otro como una realidad que emana de un mismo principio, como un ser que forma parte del mismo Todo, como un hermano en la existencia[17]. La disolución de la frontera entre el yo y el mundo es la experiencia mística. La espiritualidad nos ayuda a la vinculación con los otros hasta tal extremo de que estos dejan de ser diferentes y distantes, y pasan a ser vividos como algo propio.
13. El poder de lo simbólico
El poder de lo simbólico, que nos hace trascender del mundo natural al mundo de lo simbólico, es otro de los elementos de la IES. Este nos ayuda a fabricar realidades simbólicas, en mecanismos que comunican algo que está más allá de ellos. El hombre necesita del símbolo. Los símbolos desbordan el mundo de la ciencia y dejan entrever otro mundo que se oculta más allá de las leyes científicas.
14. El poder de la escucha interior
La IES capacita al descubrimiento de la llamada interior del ser humano. Es la apelación que el hombre siente para buscar el sentido de la vida. Esta necesita de un ejercicio de escucha. Podríamos hablar de vocación para entendernos. Cuando se escucha esta voz interior, la persona es capaz de vivir su vida interior y exterior acorde para llegar a la felicidad. Es importante trabajar la parte humana interior y la IES habilita para ello. Los conceptos entusiasmo[18] y optimismo[19] se utilizan para resolver los problemas que la vida presenta, son posibilidades que tiene el hombre de ver el aspecto positivo de las cosas. Solo las personas que viven la vida con entusiasmo y optimismo son personas que han integrado la espiritualidad y que pueden vivir la vida intensamente[20].
15. El sentido de utopía y esperanza
La elaboración de ideales de vida es una capacidad importante de la IES y da poder a la persona para forjar su realidad. El ideal genera movimiento y exige esfuerzo, todas las personas en cada etapa vital de la vida desean algo, el peor de los dramas de la humanidad es carecer de ideales. La IES permite plantear ideales de vida.
16. La capacidad de religación
Otro poder de la IES es la capacidad de religación. La IES es la raíz de la vida espiritual pero la espiritualidad no es la religiosidad. La vida espiritual es búsqueda, inquietud, anhelo de sentido, camino hacia lo desconocido, autotrascendencia. La vida espiritual puede conducir a la religación y a la profesión de un credo religioso, pero no es obligatorio. La espiritualidad no exige la profesión de una tradición religiosa. La religiosidad activa la inteligencia emocional.
La religación también puede ser con uno mismo, la autoconsciencia, un camino de interiorización. Pero si la religación es con un Ser superior surgen elementos como la oración[21] que hacen que el diálogo, la comunicación intelectual y amorosa entre el ser humano y el Ser superior sea entendida como una vida espiritual.
17. La capacidad de alegría y simpatía
La IES estimula y faculta la capacidad de practicar el humor. Otro de los poderes es la ironía. Si la IES nos hace tomar distancia del mundo, también el humor nos provoca una saludable visión de él desde un punto de vista emocional y social. Y muchas veces el humor, no es nada superficial y más bien todo lo contrario.
«El buen humor también está relacionado con la emoción básica alegría, y viene determinado por un estado de satisfacción tanto presente como futuro. Cuando disfrutamos de buen humor y reímos, generalmente nos sentimos acompañados por un estado emocional cercano a la alegría. Este estado emocional también nos predispone a jugar, ser más creativos y desarrollar ciertas habilidades que en otros momentos de conflicto no suceden[22].»
El humor desencadena emociones positivas y se relaciona con la diversión, la ilusión y la confianza[23]. Con buen humor resulta más fácil alcanzar nuestros objetivos[24]. Las personas que disfrutan de buen humor se impulsan para mejorar, se superan y remontan los problemas que inevitablemente aparecen en el día a día.
«La ironía es la actitud propia del sabio, después de observar atentamente la naturaleza y la sociedad, sabe que todo es relativo, provisional y efímero[25].»
«El humor hace al ser humano, más humano[26].»
«El humor es signo de inteligencia y rastro de la sonrisa de Dios[27].»
[1] J. A. MARINA, Ética para náufragos, ob. cit., 163
[2] Cfr. V. FRANKL, El hombre en busca de sentido, Ed. Herder, Barcelona, 2004
[3] F. TORRALBA, Inteligencia espiritual, ob. cit., 90-91
[4] Cfr. M. SCHELER, ob cit., 2000
[5] Ibídem, 123
[6] J. L. VÁZQUEZ BORAU, La inteligencia no es el cerebro, en art. cit., 20
[7] Cfr. E. STEIN, Obras completas, vol. IV, Monte Carmelo, Burgos, 2003, 654
[8] En el libro I de la Metafísica de Aristóteles.
[9] Pablo VI en el discurso de clausura del Concilio Vaticano II (1965) dijo: «Para conocer al hombre […] es necesario conocer a Dios y para conocer a Dios es necesario conocer al hombre», cfr. A. TORRES QUEIRUGA, Creo en Dios Padre. El Dios de Jesús como afirmación plena del hombre, Sal Terrae, Santander, 1986, 45
[10]Aforismo inscrito en el pronaos del templo de Apolo en Delfos, según el periegético Pausanias.
[11] T. BUZAN, El poder de la Inteligencia Espiritual. 10 formas de despertar tu genio espiritual. Urano, Madrid, 2003, 49
[12] Cfr. F. TORRALBA, Jesucrist 2.0, Pòrtic Atrium, Barcelona, 2012, 271-276
[13] San Agustín lo expresó magistralmente en una sentencia: «Me convertí en un enigma para mí».
[14] J. L. VÁZQUEZ BORAU, ob. cit., 45
[15] F. TORRALBA, Inteligencia espiritual, ob. cit., 152
[16] F. TORRALBA, Inteligencia espiritual, ob. cit., 153
[17] Cfr. A. COMTE-SPONVILLE, ob. cit., 173-175
[18] Palabra que proviene del griego y significa tener un dios dentro de sí.
[19] Significa que algo favorable va a ocurrir, inclusive anhelar que ello ocurra.
[20] En el manual de B. TIERNO, ob. cit., 61-75, tenemos un amplio abanico de personas que escuchando su voz interior y con el desarrollo de la IES han trabajado por un mundo mejor: Jesucristo, Mahatma Gandhi, Oskar Schindler, Martin Luther King, Madre Teresa de Calcuta, Nelson Mandela, Vicente Ferrer.
[21] Cfr. V. FRANKL, El hombre doliente, Herder, Barcelona, 1990, 292
[22] B. CARBELLO VAQUERO, Un nuevo enfoque en valores. El humor y la alegría en el ámbito de la educación, en «Padres y maestros» N. 337 (Febrero 2011) 19
[23] Cfr. T. BUZAN, ob. cit., 100-104
[24] Cfr. L. YERKES, Con humor se trabaja mejor. Es posible asociar trabajo con diversión. Ed. Gestión, Barcelona, 2000
[25] Cfr. S. KIERKEGAARD, Sobre el concepto de la ironía, Trotta, Madrid, 2000, 284-285
[26] Cita de Severo Ochoa
[27] M. A. LÓPEZ ROMERO, Cómo transmitimos: los lenguajes de la Fe, en J. SASTRE, et al, «La fe perpleja ¿Qué creer?, ¿Qué decir?» Tirant lo blanc, Valencia , 2010, 386