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EDUCAR LA INTELIGENCIA ESPIRITUAL

LOS 10 MANDAMIENTOS DE LA EDUCACIÓN EN LA INTELIGENCIA ESPIRITUAL DE NUESTRA CATEQUESIS A LA CATEQUESIS DE LA GRACIA

Es necesario que los catequistas y los que tienen la misión de hablar de Dios, primero crean en Dios y después le dejen hacer algo a Él. Creer en la educación de la Inteligencia Espiritual no consiste en transmitir mi propia Inteligencia Espiritual, mi concepto de vida cristiana, ni mucho menos mis pensamientos, mis sentimientos y mis comportamientos, eso seria hacer clones de mi mismo.

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Al igual que un arquitecto no empieza a construir una casa con las ventanas, puertas y paredes, sino con un fundamento, una base y unas columnas, así los cristianos no pueden construir el edificio de la evangelización sin antes haber colocado unos buenos cimientos.

DE LA CATEQUESIS TRADICIONAL AL HOMBRE CREYENTE (1)

Al igual que un arquitecto no empieza a construir una casa con las ventanas, puertas y paredes, sino con un fundamento, una base y unas columnas, así los cristianos no pueden construir el edificio de la evangelización sin antes haber colocado unos buenos cimientos.

La nueva catequesis tiene cuatro pasos antes de edificar el adulto cristiano. En primer lugar ayudar a crear un barniz espiritual en los niños, ayudando a que lean su propia historia personal, analizándola y favoreciendo su proyecto de vida desde el sentido de la vida. Ayudar a la vivencia de experiencias donde el catequizado se asombre de la vida y su misterio. Trabajar en la inteligencia emocional, sentimientos, pensamientos y comportamientos. Ayudar a descubrir la creatividad de cada uno desde el arte, la música o la literatura. Creando su propia jerarquía de valores y tolerando la de los demás.

En segundo lugar desarrollar la capacidad espiritual trascendente en la vida del niño, la integración de la experiencia trascendente en la vida cotidiana, desde los aspectos vitales del hombre y del mundo. Despertar un espíritu crítico y constructivo a todo lo que sucede a su alrededor. Discernir y leer la realidad desde la búsqueda del misterio. Ayudar a realizar experiencias prácticas de contemplación, meditación, reflexión y silencio para adentrarse en el más allá.

En tercer lugar cultivar la capacidad espiritual religiosa en el conocimiento del hecho religioso como tal, las propuestas de las diferentes religiones, desarrollando las respuestas a los interrogantes que plantea la persona desde las diferentes soluciones a las cuestiones del sentido de la vida, del misterio y de la trascendencia. Aprender a tener experiencias de oración y meditación de diferentes confesiones religiosas. Valorar las religiones como constructoras de paz, justicia y encuentro.

Y por último transmitir nuestra vivencia espiritual personal a través de la espiritualidad cristiana, y es aquí donde empieza la tarea explícitamente catequética. Evangelizar con el mensaje cristiano, con un diálogo fe-cultura-vida, y con unas propuestas de crecimiento en la fe y en la vivencia del Dios de Jesucristo.

DE LA ERA INDUSTRIAL A LA PERSONALIZACIÓN DEL MENSAJE (2)

La catequesis actual arrastra una serie de errores fruto de la época preconciliar y de la era de la industrialización. En épocas antiguas el catequista tenía la sabiduría y su labor era transmitirla a sus alumnos, hoy en día muchas veces he oído a catequistas decir, «estos niños saben más que yo mismo». Otro de los errores de nuestras catequesis es que copiamos el formato de las fabricas y cadenas industriales, salas de catequesis separadas por edades, listas de nombres de alumnos sin tener en cuenta la persona, y también oigo decir a muchos párrocos y catequistas, «como ha bajado el número de inscritos». Se sigue confiando en la producción más que en la evangelización.

Y el problema es que ya no estamos en la era de la revolución industrial, más bien estamos en la era de la posmodernidad en la cual los criterios son muy diferentes y lo que busca el ser humano es un sentido a la vida, muchas veces busca una espiritualidad sin Dios. Y los cristianos aún andamos al revés, educando para transmitir la fe a cristianos del futuro, usando soluciones del pasado.

La catequesis necesita recordar su objetivo: ayudar al niño, adolescente o joven a tener una experiencia espiritual religiosa. Y este objetivo no se alcanza con nuestras sesiones catequéticas ancladas en el pasado y mucho menos con la memorización de formulas doctrinales.

La catequesis de hoy necesita más que nunca avivar la creatividad del catequizado. No basta con dejar a los niños o adolescentes en manos de los catequistas y evadirnos de nuestro compromiso eclesial, es importante comunicar nuestras experiencias de fe y adaptarlas a sus edades, tratando de dar sentido a los deseos espirituales que aparezcan espontáneamente.

Tampoco vale la misma catequesis para todos los iniciados, porque el modo de entender es distinto en cada catequizado. Por tanto la personalización catequética nos hace conscientes de los dones de cada individuo, y sobre todo, hace conscientes a los propios niños. La Inteligencia Espiritual afirma que cada persona humana está invitada a crecer de forma única y especial en su relación espiritual con Dios.

DE LA TRANSMISIÓN DE INFORMACIÓN A LA AUTOEVANGELIZACIÓN (3)

Los nuevos estudios científicos en la neurociencia nos han descubierto que muchas de las cosas que suceden en las personas suceden en el cerebro. Acostumbrados a saber que el valor primordial del amor procede de nuestro corazón, ahora ya podemos afirmar que tiene mucho que ver con el cerebro y nuestras oscilaciones neuronales.

La neurociencia se atreve a demostrar que la recepción de información en nuestro cerebro, no produce aprendizaje, es una perdida de tiempo. Lo que produce aprendizaje es la estimulación y la experiencia de las situaciones vividas.

Hoy sabemos casi a la perfección que zona de nuestro cerebro se encarga de cada una de las nueve inteligencias que funcionan en la persona humana, la inteligencia visual, la pictórica, la musical, la matemática, la lingüística, etc., también la Inteligencia Espiritual, pero todas ellas solo funcionan si se les estimula.

La catequesis es un buen lugar para estimular la Inteligencia Espiritual, elegir las pedagogías adecuadas para estimular todo aquello que se refiera a lo espiritual es ayudar al catequizado a construir habilidades para activar los múltiples neurotransmisores espirituales.

La motivación en la catequesis se desarrolla a través de la provocación de preguntas, que hagan pensar al catequizado, potenciando la investigación de aquello que no se sabe, con un modelo enfocado al autodescubrimiento de lo espiritual dentro de la persona y estimulando la autoevangelización.

DE LA ACTIVIDAD EXCESIVA A UNA DIETA EQUILIBRADA (4)

Muchas veces hemos descubierto en la catequesis, como los niños y niñas, la mejor de las veces se aprenden oraciones, dogmas, contenidos y conceptos, pero que el día siguiente de celebrar el sacramento ya no se acuerdan. La obsesión de párrocos y catequistas es la cantidad de oraciones y contenidos doctrinales que se aprenden los catecúmenos.

La catequesis de hoy no es capaz de enseñar competencias religiosas, espirituales y existenciales para vivir en este mundo y en la sociedad actual. Nuestras catequesis están llenas de faustas programaciones, actividades sin sentido, celebraciones anacrónicas, que cuando el niño o joven sale por la puerta de la parroquia o colegio, su vida no tiene nada que ver con lo que ha vivido y celebrado.

Nuestras parroquias son productoras de niños, catequistas, agentes, cristianos en definitiva, cargados de ansiedad y obsesionados por los contenidos y por las celebraciones eucarísticas. Al final de cada acontecimiento viene el momento de vomitarlo todo, y todos se preguntan: ¿De que ha servido tanta actividad y tanta celebración?

Hace falta cambiar el lenguaje doctrinal por un lenguaje experiencial y expresar la espiritualidad de otra manera. Faltan momentos semanales para vivir el silencio, la acción de gracias, la petición y la alabanza. Faltan momentos para leer la Palabra de Dios. Es necesario aprender a bendecir, y «decir bien» de todo lo que hemos recibido.

DEL HEMISFERIO IZQUIERDO AL HEMISFERIO DERECHO (5)

Durante toda la historia de la humanidad el hombre se ha centrado en el hemisferio cerebral izquierdo. Este hemisferio está considerado como el más tradicional, ya que de el dependen las funciones del habla, la escritura, la numeración, las matemáticas y la lógica, mientras que el hemisferio cerebral derecho se encarga de los sentimientos, las emociones, la creatividad y las habilidades en el arte y la música.

La catequesis actual debe realizar un giro y utilizar las capacidades propias del hemisferio cerebral derecho. Las imágenes, el diseño, la narración, el cuento, la imaginación, la síntesis, la visión de conjunto, las comparaciones, la empatía, el juego y el sentido, son habilidades que se desarrollan en el hemisferio propio de la creatividad, del pensamiento no lineal. Esta es una de las claves para la educación de la Inteligencia Espiritual.

La Inteligencia emocional se encuentra en la parte derecha de nuestro hemisferio cerebral, según Goleman ésta se define de la siguiente manera: «La inteligencia emocional es un conjunto de destrezas, actitudes, habilidades y competencias que determina la conducta de un individuo, sus reacciones, estados mentales, etc., y que puede definirse como la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones».

Uno de los factores que necesita la Inteligencia Espiritual para educarse es la Inteligencia Emocional, no podemos ser analfabetos en ese sentido, los padres, los profesores y catequistas en último termino, son los que deben modelar y desarrollar la IE en niños y jóvenes.

DEL DÉFICIT DE ATENCIÓN A LA CREATIVIDAD (6)

El otro día me enviaron una fotografía de un niño con una camiseta en la que se podía leer: «Yo no tengo déficit de atención, lo que pasa es que no me interesa». Infinidad de veces he escuchado a los catequistas y a los maestros decir: «es que los niños no se están ni un minuto quietos, son hiperactivos».

La lucha de la educación hoy es la una cruzada de la atención contra la dispersión. Es importante el silencio, la concentración, pero la atención que se requiere hoy es una atención múltiple, paradójica, multifocal, multidialógica.

Hoy la pastoral es aburrida porque se mata la libertad y la creatividad en el acto catequético. La catequesis actual está basada en el modelo de la época industrial, en la repetición, en el premio o el castigo. La Inteligencia Espiritual abre los mecanismos que ayudan a crear, «creer es crear» y «crear creer», nuestras catequesis son inútiles porque no ayudan a motivar al niño. Es necesario un cambio de metodología.

Claro que es más fácil decir que un niño es TDAH o que tiene falta de atención y medicarlo para que este tranquilo y no pregunte, que tomar en serio su déficit de atención y trabajar personalmente en su persona.

La catequesis debe enseñar a los niños a andar, sin muletas ni apoyos externos, y uno, solo aprende a caminar por si mismo. Por tanto, no nos pongamos nerviosos si los niños y jóvenes no creen, ayudémosles con herramientas a que sean ellos mismos encuentren su paradigma espiritual.

DE LA INTELIGENCIA EXISTENCIAL A LA ESPIRITUAL (7)

Los catequistas intentan educar a unas personas que ni están motivadas, preparadas, ni necesitan lo que ellos quieren transmitir. En la educación de la Inteligencia Espiritual hay un paso anterior, la necesidad de descubrir la Inteligencia Existencial de cada niño, descubrir sus pasiones, sus deseos más profundos, desde donde parte su experiencia vital.

Y todo ello pasa por conocer al niño y sus inquietudes, descubrir sus talentos y bajar al submundo interior para reconstruir a la persona en lo que es y lo que puede llegar a ser. Una vez bajado a su mundo es necesario hacerse uno de ellos, pensar como piensan ellos, hablar como hablan ellos, comportarse como se comportan ellos y hacer como hacen ellos; comprender y entender su existencia. Ya lo pronosticó Cristo, «en verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos».

Entonces, una vez bajado a la vida existencial del catequizado podemos usar su mismo calzado y entender su propia vida y no la nuestra. Seremos capaces de leer su espiritualidad, no desde nuestras propias gafas sino desde las gafas del iniciado, y es en ese momento cuando nuestra tarea es inútil y descubrimos que el aprendizaje espiritual necesita descubrimiento.

Nuestra tarea de catequistas es prestar estrategias y metodologías para que el niño alcance su autoaprendizaje, a nivel social y cooperativo. Los tiempos de la obligación, la motivación y la animación ya pasaron. Hoy nadie quiere ser motivado, hoy todos son capaces de conocer con sus propios métodos.

DE LO ABURRIDO A LO DIVERTIDO (8)

Algunas veces he oído decir a algún catequista: «el tiempo de catequesis no es tiempo para jugar». El juego es aprendizaje y placer, es difícil imaginar una vida sin juego, nunca desaparece de nuestras vidas. Aunque al hacernos mayores se atenúen nuestros actos lúdicos, siempre tenemos la capacidad de crearlo de nuevo. Curiosamente la especie humana es la única que tiene capacidad de infantilismo y propensión al juego durante toda su vida. Fijémonos hoy día a jóvenes, adultos y personas mayores agarradas al tren de los videojuegos.

El niño empieza jugando y es el juego el que lo conducirá a construir su modo de comunicación y su comportamiento con los otros amigos y compañeros. El juego es la base de los aprendizajes, de todos los aprendizajes que el niño va adquirir a lo largo de su vida.

En este punto la catequesis tiene un papel muy importante, aprender a través del juego es un elemento de vital importancia sobre todo en la etapa de la preparación al sacramento de la Eucaristía. La Inteligencia Espiritual no pide conceptos sobre la teoría de la Eucaristía como centro de la vida cristiana, ni mucho menos saben los niños que significa tal afirmación, pero lo que si es cierto que a través del juego, de la imaginación o de la fantasía se puede llegar al mundo de lo espiritual. El juego nos produce un instinto que nos permite compartir experiencias y además adquirir una serie de habilidades sociales que necesitaremos durante la vida adulta.

Los sacramentos son algo simbólico, el juego ayuda a dibujar en el cerebro el mundo de lo simbólico. En la infancia iniciamos un tipo de juego que será decisivo para nuestra vida de adultos, es el llamado juego simbólico. Se da en la edad en la que el niño necesita crear símbolos para los objetos, las personas o situaciones y entenderlas mejor.

DE LAS SOLUCIONES A LA EXPERIENCIA (9)

Gianni Vattimo nos habla de una sociedad liquida y de un pensamiento débil. Ninguna institución parece tener la verdad. Es tiempo de incertidumbre. No tenemos ni idea de cómo será la sociedad y el mundo dentro de un par de años.

Nuestras catequesis se utilizan para adoctrinar en conceptos inteligibles y alejados de la realidad. Ya no sirve llenar la cabeza a los niños con fórmulas y repertorios de soluciones que tal vez en el futuro no les servirán de nada, más que para perder el tiempo.

Los catequizados no necesitan soluciones ni respuestas a preguntas que nunca se harán. Los niños, adolescentes y jóvenes necesitan destrezas y herramientas para inventar soluciones a los problemas espirituales del futuro que hoy ni nos imaginamos.

La Inteligencia Espiritual debe empapar toda la catequesis de un sentido más allá de los contenidos fijos, estructurados, inmóviles, y educar en unas habilidades y competencias que ayuden a los catequizados a vivir una espiritualidad más allá del pasado y que les sirva para el futuro.

Así como no podemos hablar de la suma y la resta en matemáticas si no conocemos los números, tampoco podemos hablar de Dios y su misterio sino hemos tenido experiencia espiritual trascendente. Educar en la Inteligencia Espiritual en la catequesis exige un cambio, no podemos hablar de conceptos abstractos sino somos capaces de vivir una experiencia vital de trascendencia.

DE NUESTRA CATEQUESIS A LA CATEQUESIS DE LA GRACIA (10)

Y para finalizar, es necesario que los catequistas y los que tienen la misión de hablar de Dios, primero crean en Dios y después le dejen hacer algo a Él. Creer en la educación de la Inteligencia Espiritual no consiste en transmitir mi propia Inteligencia Espiritual, mi concepto de vida cristiana, ni mucho menos mis pensamientos, mis sentimientos y mis comportamientos, eso seria hacer clones de mi mismo.

Al igual que Jesús nos propuso en la parábola del sembrador, la misión de sembrar y esperar, así debemos hacer los que se encargan de la evangelización, especialmente los catequistas, no tanto hablar de Dios a los catequizados, sino hablar a Dios de sus propios niños.

La Inteligencia Espiritual nos debe ayudar a nacer de nuevo, en primer lugar a nosotros mismos y en segundo lugar a los niños y jóvenes. Si no se nace desde dentro de la persona a la que intentamos enseñar, no podemos hablar de experiencia espiritual. Nuestra misión como educadores es fomentar el autodescubrimiento en nuestros catequizados, desde su propia Inteligencia Espiritual y su maduración según el potencial de las distintas edades.

Todos estos mandamientos confluyen en un modelo de pedagogía catequística diferente, una pedagogía espiritual que se fundamenta en el aprendizaje experiencial por descubrimiento. Transmitir la fe requiere facilitar a nuestros niños y jóvenes experiencias relevantes que dinamicen sus propios procesos de autoaprendizaje espiritual, trascendente y religioso, todo ello resuelto en un marco de una catequesis de profundo respeto y libertad personal.

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